domingo, 15 de abril de 2012

La protección de los caminos de Santiago se atasca


La delimitación y protección de los caminos de Santiago sigue atascada 16 años después de aprobarse la ley que obliga a la Xunta a preservarlos. Con solo la principal ruta, la francesa, delimitada el pasado mes de diciembre, la Consellería de Educación y Cultura acaba de contratar nuevos trabajos de definición de los caminos Inglés y Portugués para complementar los que se iniciaron en 2008. La delimitación de esas dos rutas se retrasará así con respecto a la más avanzada de los caminos Norte y Primitivo, que la Xunta espera presentar este año. En el caso del Francés, ya delimitado, sigue sin fecha el siguiente paso, su plan de protección.

Cultura destina ahora otros 100.000 euros a nuevos estudios de los caminos Inglés y Portugués que se suman al medio millón que ya había invertido en ambos el gobierno bipartito de PSOE y BNG en 2008, cuando encargó los primeros análisis. La Xunta asegura que es necesario “complementar” lo hecho antes y prevé otros 16 meses de trabajo para la “elaboración de una propuesta de definición del trazado y ámbito vinculado al camino” así como para la posterior tramitación de los planos, su exposición pública y el análisis de alegaciones. Aunque las dos asistencias técnicas se contratan por 16 meses, la Xunta asegura que ese plazo es para el total de los trabajos y que su intención es presentar antes su propuesta de delimitación, pero no indica cuándo.

La Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985 estableció la necesidad de fijar los límites de cualquier Bien de Interés Cultural (BIC). La Xunta, sin embargo, no lo hizo provisionalmente, en el caso del Camino Francés, hasta siete años después, en 1992. Fue entonces cuando determinó que en principio, y a la espera de una delimitación pormenorizada, ese límite sería el de toda la superficie de todas las parroquias por las que pasa la ruta.

Luego, en 1996, la ley autonómica de protección de los caminos de Santiago estableció la obligación de que la Xunta delimitase pormenorizadamente todas las rutas y, mientras, restringió el uso del suelo en sendas franjas de 30 metros a ambos lados del camino. La Consellería de Cultura, que tenía la última palabra, aplicó esa prohibición genérica de forma discrecional durante los últimos 16 años. Solo se puso fin a esa situación con la aprobación en diciembre, tras discrepancias con los municipios afectados, de la delimitación del Camino Francés.

Pero al margen de ese recorrido principal quedan aún por delimitarse otros seis caminos oficiales reconocidos por la Xunta de Galicia: Primitivo, Norte, Inglés, Portugués, de la Plata y de Fisterra —la ruta del Mar de Arousa es marítima-fluvial y por lo tanto no delimitable—. Según la Consellería de Cultura, las primeras propuestas de delimitación restantes que se harán públicas serán las de los caminos Norte y Primitivo, algo que sucederá este mismo año. Seguirán después las mencionadas rutas inglesa y portuguesa, unos trayectos para los que se acaban de contratar los nuevos estudios. Para más tarde, de momento sin fecha, quedarán el de la Plata y el de Fisterra.

El misterio del portapaz robado.


En mayo de 1991, en pleno proceso de obras de remodelación para transformar el viejo edificio del Palau Nacional en la sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña, se produjo uno de los hechos que más han marcado, negativamente, la historia de este museo: el robo del portapaz de Sigena o de Pere d’Urgell, una de las mejores piezas de orfebrería de la península Ibérica y una de las piezas más importante y valiosas de la colección del museo. Después de 21 años, sigue en paradero desconocido pese a que el MNAC y las fuerzas de seguridad —Cuerpo Nacional de Policía, Mossos d’Esquadra e Interpol— siguen buscándola. La exposición sobre gótico Catalunya 1400, inaugurada a finales de marzo, la recupera, aunque sea virtualmente, en su catálogo. “La pieza sigue siendo nuestra”, justifican desde el MNAC.

La alhaja gótica, de apenas 10,5 centímetros de alto, es una imago pietatis, un Cristo muerto tallado en nácar que sostiene un ángel de oro y esmalte blanco en un trono también de oro; el conjunto está rodeado de tres enormes piedras preciosas encastadas: dos zafiros y un balaje (rubí morado). La pieza, utilizada para darla a besar a los fieles en las misas solemnes alrededor de 1400, fue creada en un taller de París con la técnica de los esmaltes sur ronde-bosse (no existe terminología en castellano), una de las más perfectas jamás realizadas, que combina esmaltes, oro y piedras preciosas.

A los pocos años, el portapaz estaba en manos del conde Pere II d’Urgell, famoso por la riqueza que atesoraba en sus castillos, que la donó al monasterio aragonés de Sigena a comienzos del siglo XV, cuando ingresó en él su hija Isabel. Durante siglos las monjas la conservaron con esmero, sobre todo porque en su parte inferior conserva una reliquia de la túnica de Cristo, hasta que en 1972, ya instaladas en Barcelona tras la destrucción de su monasterio en la Guerra Civil, formalizaron su venta.

En el mundo solo existen una veintena de obras parecidas al portapaz desaparecido
El misterio acompañó la desaparición de esta obra única. Tras ser echada de menos del interior de un armario metálico, que no fue forzado, el entonces director del museo, Joan Sureda, presentó una denuncia ante la policía que llevó a todos los trabajadores a declarar. En las diligencias que se practicaron se señalaba: “El posible autor conoce el perfecto funcionamiento del museo”, y se instaba a poner el robo en conocimiento de los anticuarios de toda España, además de comunicarlo a la Interpol. “No fue un encargo, todo apunta a que quien lo hizo sabía dónde estaba la obra”, asegura Joan Josep Pintado, actual jefe de seguridad del MNAC, que descarta un robo parecido en la actualidad, ya que el museo está dotado de las “mayores medidas de seguridad técnicas y humanas, y los accesos a las salas y los depósitos están restringidos”. Por el contrario, “en ese momento no había jefe de seguridad, todo el mundo tenía acceso a las llaves y había facilidad de movimientos”, asegura Pintado, que lamenta que “la investigación se haya mantenido demasiado parada”.

Meses antes del robo, en septiembre de 1990, cuando las piezas de arte gótico se trasladaron por las obras a una nueva zona del museo, hubo quejas por las escasas medidas de seguridad y la poca efectividad de las alarmas, lo que obligó a dar explicaciones a los responsables municipales y de la Generalitat.


Relacionado con el robo o no, Sureda puso su cargo de director a disposición del alcalde, Pasqual Maragall, a finales del mismo mes de mayo, tras cinco años al frente del museo. En julio fue presentado su sustituto, Xavier Barral, pero el robo no trascendió hasta marzo de 1992, cuando lo publicó un periódico barcelonés. Durante todo ese tiempo, nadie en el museo había dicho nada del robo de la pieza.

Rafael Cornudella, comisario de la exposición Catalunya 1400 y conservador de gótico del MNAC, y Joan Domenge, profesor de la Universidad de Barcelona y una de las personas que más han investigado en España estas obras, no han dudado en incluir el portapaz en el catálogo, junto a las piezas que sí se muestran en la exposición procedentes de las catedrales de Barcelona y Valencia. “Habría sido una de las estrellas de la exposición, lo mismo que si hubiera podido mostrarse en el año 2004 en París, donde se reunieron todas las joyas de su familia”, asegura Domenge, en referencia a la escasa veintena de piezas conservadas en todo el mundo creadas con la misma delicadeza y técnicas que el portapaz. Para Domenge, que ha estudiado en profundidad la pieza, “a partir de fotografías y de la descripción que hicieron otros que sí la vieron”, sería fundamental tenerla para comprobar detalles como si el habitáculo inferior que conserva la reliquia es un añadido posterior y la técnica empleada para realizar el cabello del Cristo. “Ahora me tengo que conformar con observaciones indirectas”, se lamenta. Domenge defiende el valor artístico de la pieza por encima del material, por lo que no cree que haya acabado fundida.

Pese al tiempo transcurrido, el portapaz sigue en los archivos policiales y en las webs internacionales de búsqueda de objetos robados. “Es muy positivo que se hable de la pieza, pues con el tiempo los casos quedan dormidos y es más difícil resolverlos. Al aparecer en los medios y recuperarse en la exposición, puede haber personas que la identifiquen o hayan oído hablar de ella y aporten datos a la investigación”, aseguran fuentes de la policía, las mismas que consideran que el hecho de ser una pieza única impedirá su venta pública. “Si se vende, será porque ha ido a parar a segundas o terceras personas que desconocen su procedencia”, aseguran. También podría ser, como ha ocurrido con retablos y otras imágenes religiosas, que se devuelva bajo secreto de confesión. “Todos se lo agradeceríamos”, remacha Domenge.


http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/04/15/catalunya/1334512987_616680.html

De OPS a El Roto, pasando por Goya


Si uno abre un periódico y ve en una viñeta a un hombre que camina entre la masa y se pregunta “Si vamos hacia atrás, ¿por qué nos dicen que hay que mirar hacia delante?”, sabe a ciencia cierta que se trata de un arpón de El Roto, el heterónimo más conocido de Andrés Rábago (Madrid, 1947), con el que desde hace un cuarto de siglo deshuesa la realidad cada mañana y nos descubre sus falsificaciones y mentiras.


martes, 10 de abril de 2012

Hallados en Santiago nueve silos anteriores a la construcción de la catedral

Habría que preguntarle a Bretenaldo. Él sabría qué se guardaba allí entonces y cuánto falta hoy por descubrir. Seguro que el peregrino franco que decidió quedarse, allá por el 930, y pasó a la historia por ser el primer habitante de la ciudad de nombre conocido, fue cliente de los grandes almacenes que había a la entrada de Compostela. El recinto, repleto de silos excavados en el suelo, caía primero fuera de la muralla y un siglo más tarde dentro, cuando tras el paso triturador de Almanzor el obispo Cresconio mandó construir una muralla nueva y mejor, que abrazase también los barrios que habían ido creciendo, como tentáculos, desde el Locus Sancti Iacobi.

Una salida para Medina Azahara



Las urbanizaciones ilegales levantadas en las inmediaciones del yacimiento arqueológico califal de Medina Azahara, en terrenos declarados Bien de Interés Cultural (BIC), son una molesta piedra en el zapato para la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Córdoba. Se trata de 3.260 hectáreas en las que se encuentran el yacimiento y unas parcelaciones cuyos nombres han entrado en el vocabulario cordobés. Las Pitas, Córdoba la Vieja, La Gorgoja II... En total son 252 viviendas las que, en 2003, quedaron dentro de la zona especial BIC. Dado que las demoliciones solo se pueden realizar por sentencia judicial, con la lentitud que ello conlleva, se han buscado nuevas salidas administrativas.